La historia de la poesía cubana cuenta con varias mujeres rutilantes. En el Siglo XIX resaltan los nombres de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Luisa Pérez de Zambrana y Juana Borrero. En el XX, señorean, sin discusión alguna, Fina García Marruz y Dulce María Loynaz. En el XXI… Bueno, el XXI apenas si lo estamos estrenando, y aunque se apuntan algunas poetas verdaderamente promisorias, aún es temprano para lanzar un vaticinio.
A caballo entre el Siglo XX y el XXI está Reina María Rodríguez (La Habana, 1952), que ha producido hasta el momento una obra sumamente valiosa, y de quien cabe esperar nuevos prodigios. También ella constituye un referente obligado como animadora cultural: antes, como animadora de la mítica tertulia llamada La Azotea –muy cerca de la casa museo José Lezama Lima–, y ahora, al frente de La Torre de Letras –en el corazón de la calle Obispo–, en el último piso del Instituto Cubano del Libro, suerte de cofradía de poetas que elaboran y traducen libros casi para consumo personal, pues son muy exiguas las tiradas, y por donde pasan todos los bardos que lucen y brillan, tanto nacionales como extranjeros que visitan el país. Todas las actividades de La Torre de Letras tienen un carácter público y gratuito.
Reina ha sido recientemente distinguida con dos premios de suma importancia: el Nacional de Literatura, que confieren en Cuba a la obra de toda una vida, y el Pablo Neruda, de Chile, destinado a destacar lo más relevante de la poesía de la lengua. Por lo que sus numerosos lectores estamos de plácemes.

La Moderna Poesía es una de las más emblemáticas librerías de La Habana desde mediados del pasado siglo. Visita obligada en la ruta literaria de la ciudad.
La obra de esta prolífica autora es dolorosa, introspectiva y visceralmente experimental. De un libro a otro su poética sufre asombrosas mutaciones, pues no se atiene a fórmulas, e intenta encontrar la expresión justa para cada estancia de su espíritu creativo e incansablemente indagador. Leerla, les aseguro, resulta una experiencia intensa, que no se deberían perder
Va, aquí, un botón de muestra:
REMORDIMIENTOS PARA UN CORDERO BLANCO
Reina Maria Rodriguez
no me puedo librar de ese ojo
que mira desde el cuadro
mis imperfecciones.
toda mi culpa de vivir
y querer
inventándome.
me estoy buscando
y tengo miedo
casi un miedo fanático
de haber sido cómplice
inacabada
porque también sonreí cuando quería matar.
mis mentiras son sueños
agua que no nadé
y este vicio
este vicio de mariposas
un solo día, volando sin cesar
luego polvillo oscuro sobre las violetas.
perdóname ojo de mi cordero adolescente
si en estos años te engañé
y pude ser
diferente.
Opina