Ese bolero es mío. Bola de Nieve y La Habana

BOLA DE NIEVE

Ignacio Villa, Bola de Nieve, decía que su voz no era de barítono ni de tenor, sino “de persona”.

“Mi” bolero es de Adolfo Guzmán. Pero, sobre todo, es de Bola de Nieve, que se la arrebató a otros cantantes estelares, al punto de que muchos creen que fue él y no Guzmán quien la escribió. Tiene justamente mi edad (la compuso el maestro en 1954) y me ha acompañado siempre. Quisiera  creer que se la escuché por primera vez en El Monsegniur, restaurante habanero de 21 y O que le “nacionalizaron” al mismísimo Bola, y donde siguió cantando cada noche cuando los muchos compromisos internacionales se lo permitían. Esto era en la década de los sesentas del pasado siglo. Allí fui varias veces con mis padres, que admiraban rabiosamente a ese negro gordo, “amanerado”, que reía y lloraba, acariciaba y aporreaba el teclado, gritaba y susurraba, explotaba y se remansaba en una misma canción. Pero debo haber llegado a la canción a través de la radio o de uno de los numerosos discos de vinilo que todavía hoy giran interminablemente en mi memoria.

Guzmán componía con las palabras de todos. Sólo que al ordenarlas en versos  esas mismas palabras de andar por casa se trasmutaban en fina poesía. A un niño de diez, doce años, ¿qué podía decirle un número cargado de dolor, que en la primera línea proclamaba la imposibilidad de la felicidad, en un país donde a cada paso se esgrimía la frase martiana que justamente consigna lo contrario?[i]  No lo sé. No se trata de un hecho racional. Las canciones gustan o no por razones muchas veces oscuras. ¿Precoz sentido trágico de la vida? ¿Filiación visceralmente romántica? Vaya usted a saber.

Como en una película de los años cincuenta, las hojas del almanaque van cayendo de forma acelerada, y sin embargo “No puedo ser feliz” conserva su lozanía, en la interpretación y en la letra. El conflicto entre razón y emoción,[ii] sigue sin resolverse. Y el concepto de abandono en plenitud, ese “no como más porque quiero preservar mi hambre”, [iii]debería estar en el manual del perfecto amante.

No sé a quién le dedicaría Adolfo Guzmán la canción, ni en quién pensaba el Bola cada vez que la destrozaba con su “voz de persona” para volverla a armar en un acto de mágica belleza. Lo cierto es que yo tampoco he podido ser feliz. Y mucho menos la he podido olvidar.

[i] “Los niños nacen para ser felices”, de La edad de oro.

[ii] “…no se puede tener conciencia y corazón”

[iii] “he renunciado a ti, ardiente de pasión”

Sobre el Autor

Alex Fleites (Caracas, 1954). Ciudadano Cubano. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Habana. Poeta, narrador, curador de arte, periodista y editor de revistas culturales. Su obra ha sido parcialmente traducida a numerosos idiomas.
Autor de guías culturales de Cuba:
Sentieri di Cuba. Viaggio nella cultura, nelle tradizione, nei personaggi
Alex Fleites/ Leonardo Padura . Patriche Editrice. Italia, 1998

Cultura Cuba. Viaggio nell’ identita di un’ isola
Alex Fleites/ Aldo Garzia. Teti Editore. Italia, 1997

Opina

*