
Cemí hallado en 1903 en la provincia de Guantánamo, al oriente de Cuba. Fuente: estudiosculturales2003.es
Una de las piezas más valiosas, y sin duda la más controvertida de la colección del Museo Antropológico Montané, ubicado en el edificio Felipe Poey de la Universidad de La Habana, es un ídolo o cemí asociado con el tabaco.
La escultura, tallada en guayacán, con incrustaciones en concha, y de aproximadamente un metro de altura, está bellamente ornamentada y fue hallada en 1903 en la finca Chafarinas, Maisí, en la hoy provincia de Guantánamo, cerca de lo que parece un sitio funerario. Pertenece a la cultura agroalfarera o taína, que se asentó en una buena porción de la isla de Cuba alrededor de cinco siglos antes de la llegada de los españoles a América, en 1492.
Según se ha establecido, fue el antropólogo norteamericano Mark Raymond Harrington (1882-1971) quien la llamó por primera vez Ídolo del Tabaco, en su obra Cuba antes de Colón (1921). Para ello se basó en el único argumento de su aspecto husiforme, similar al de lo que hoy conocemos como puro o habano.
A partir de entonces se han manejado diferentes hipótesis sobre su significado. Se creyó que era una urna funeraria, un depósito para lanzas, la representación de un dios relacionado con la guerra o un receptáculo para cenizas humanas.
En 1996 se realizó un estudio bioquímico sobre el interior de la talla, y se detectaron diferentes sustancias alucinógenas y ácidos grasos procedentes de raíces y semillas, pero ningún vestigio de tabaco. Por lo cual, sumado al pulimento de la cavidad, se ha avanzado la idea de que podría tratarse en realidad de un mortero o pilón, utilizado para preparar el compuesto utilizado en la cohoba, que era el acto mágico o ritual mediante el cual se aspiraban polvos capaces de alterar la conciencia de los practicantes: algo así como una raya precolombina.
De cualquier modo, y hasta que se acepte su denominación definitiva, esta invaluable pieza seguirá llamándose Ídolo del Tabaco, lo cual cuenta con el beneplácito de los gustadores de la aromática hoja cultivada, secada y torcida con gran arte de este lado del mundo, indisolublemente unida a nuestra cultura, tomado este término en su acepción más profunda y abarcadora.
Indudablemente, es bueno creer que, mientras degustamos un habano, un dios antiguo y enigmático certifica, complacido, la legitimidad del placer y vela por nosotros.
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